jueves, 5 de junio de 2008

Notas de lector de Misiones-Caparrós

Título: ¡SOS!, pequeñez।


Al leer el texto de Misiones, me llamo mucho la atención, la inmensidad que tiene cada pequeño lugar de la Argentina. Me dio la impresión de que el texto estaba separado en dos. Una mitad, cuenta lo hermoso de los lugares de Misiones, y otro cuenta más bien lo malo de Misiones: la frontera, los pueblos abandonados, las parejas abandonadas...

Mientras leía esa primera parte del texto, leí una frase que me dejó pensando.
Nosotros los Argentinos tenemos eso de sentirnos el centro del mundo, cuando, como dicen algunos, solo estamos ‘ahí abajito del globo’.Igualmente, cuan ricos somos. Como dice Caparrós, ‘...acá tiras una rama y te crece un árbol...’. De todas maneras, todos tenemos eso de sentirnos los mejores. Abrir la mente hacia otras culturas y hacia otros lugares o formas de vida, es ejercicio muy difícil. Y mucho más cuando estas inmerso en la rutina diaria de la alineación capitalista, donde nunca dejas de producir y reproducir el sistema. Aunque sea ejercicio difícil, creo que aprendí a tener mi mente bien abierta y a aprender de todo y de todos. La lectura de Misiones me sorprendió. Además de que me atrapo (difícil, y muy difícil en mi) encontré un párrafo que me abrió a la mente. Comencé a pensar, tanto y tanto, que sentí la necesidad de escribir ya, -aunque estaba por ir a dormir-, agarre un lápiz y anote en los márgenes del texto -ni me retrace en ir a buscar una hoja, ¡no vaya a ser cosa de que me olvide lo que estaba pensando!-. Les comento, esta frase la encontré mientras terminaba de leer Bernardo de Irigoyen-Andresito. Leí. Pensé. Descubrí. Descubrí yo no soy sola. No soy solo una persona leyendo unas fotocopias a la una de la madrugada. Tras, simplemente una pared, hay gente que duerme. Afuera hay calles, edificios, gente, autos, pocos árboles, gente; y más afuera un poco más de verde, y más afuera extensos y extensos verdes, y más y más lejos infinidad de colores. Llegué a tomar conciencia de esa pequeñez, que a veces creemos superar y que cada vez que nos informamos o conocemos algo nuevo creemos que somos los más grandes, los más inteligentes y los más importantes del mundo. Y no es así. Eso, es solo un mínimo y microscópico punto de todo lo que existe. Y además, ni siquiera conocimos exactamente toda la naturaleza, e instantáneamente empezamos a recibir tecnología. Esa tecnología que nos aleja, no solo de la naturaleza, ni de los otros, sino de nosotros mismos. Estamos encerrados en que saber que jugadores juegan este domingo de titulares nos hace más inteligentes y mas conocedores del mundo. Pero este mundo es construido y en realidad no estamos conociendo nada. No estamos conociendo eso que abandonamos. Solo estamos conociendo algo. Porque conocer todo es imposible y es por eso que no estamos conociendo nada.

Caminar por la selva -nos cuenta Caparrós, desde Puerto Iguazú- te hace dar cuenta de eso. Te hace dar cuenta de tu propia pequeñez, que no sos más que UNO de ese TODO que existe, que es incontable, infinito. Y yo me pregunto ¿Será que en la ciudad hay tan poco verde, que por eso nos sentimos tan grandes?

En fin somos solo uno más. Uno que puede hacer tanto, y a la vez, tan poco. Y más poco que más: porque somos tan pequeños ante el mundo. Y “...en la selva, por alguna razón, las razones se ablandan...”[1]. Y cuando lo notamos casi nos ponemos en estado de desesperación, por buscar ese lugar en el mundo. Ese lugar, que todo el tiempo tratamos de reinstalar en nosotros. Y casi aterradamente creamos LA identidad. Esa identidad que nos aterra perder. Ese SER ARGENTINO que nos hace sentir cómodos, y a la vez orgullosos al pronunciarlo. Y precisamente pronunciarlo es lo que te hace sentir importante, no el hecho de describirlo. Porque como dice Caparrós, “...esa idea tan argentina de que lo que importa es decir las cosas nomás...”. Después si se hacen, allá ellos, ¿no? Todos nos lavamos las manos -como la mujer del señor José, que vendió a uno de sus hijos, lo dejó con sus otros 5 hijos y se fue con el amante. Pero eso ya es otra cosa-.

El argentino también tiene eso de copiar a los demás, copiarlo y decir que es nuestro. Pero creo que nos sale copiarnos inconscientemente, de buenos nomás, porque más allá de todo, copiamos lo que nos gusta. Y creo que este texto se parece mucho a la lectura que hice de Caparrós. Él tiene eso que se te pega. Esa manera de hablar, (sí, porque parece que te esta hablando), ese tono, que sin querer se te impregna, y es inevitable. Y se te impregna como el olor del asado a los invitados. Ese, que es tan apreciado, que por ser humo, tiene bastantes privilegios. Todos lo huelen y se les cae la baba. ¡Y claro! ¡Porque tienen hambre!

El asado siempre tarda más de lo que se espera. ¡ES argentino! Y como todo argentino: ‘¡Siempre tarde!’. Nunca puntual. Igualmente es ‘¡Mejor tarde, que nunca!’-así decía mi maestra de cuarto grado-. De cualquier manera, nosotros sabemos que en el fondo el argentino no llega tarde, sino que crea expectativa. Él, se h a c e d e s e a r. . .

[1] Cataratas, El interior.- Martín Caparrós. Editorial Planeta/Seix Barral.

...terminar de leer un libro = despertarse luego de un sueño...


¿No les pasa que después de leer un libro, tienen la misma sensación de cuando recién se despiertan, después de haber soñado algo? es como que tenes en tu cerebro millones de imágenes, que no son vivencias reales, pero son como recuerdos de ese lugar donde no estuvimos, pero en verdad si estuvimos...
La noche que leí el texto de misiones desperté con millones de imágenes, de los 3 sueños que tuve, sentía que había estado en otro lado hasta recién, pero en realidad mi dia recien empezaba...
Despues de leer textos con descripciones de lugares y de escenas, me pasa exactamente lo mismo, siento que estuve en otro lugar... y me despierto mirandome, que no sali de la silla en todo ese tiempo.

Y hablando de sueños,les cuento, hace como un mes, me desperté riendo. Nunca me habia pasado.Habia soñado algo gracioso: era un gigante de señora muy absurda y ridicula rubia con el pelo pajoso arrugada morocha de piel, con pies enormes y ojotas mal puestas, con un traje de odalisca muy malo, caminaba por la avenida, con algunos autos, y una señora se burlaba de sus ropas. y me causo tanta gracia la manera en que lo hacia que en el sueño me rei, y cuando me desperté, me reia también... solo me duró unos segundos la risa. Miré a mi alrededor, por suerte nadie lo habia notado. Me pareció tan ridiculo que me rei denuevo, y volvi a cerrar los ojos... no entendia que me estaba riendo del sueño, entonces mejor pasar desapercibida...
Y ahora yo les pregunto, (no me queiro sentir la unica loca) perooo... a alguien le paso eso? de despertarse riendo?


Ahh.. y si uds creen que es la mejor mejor manera de pasar un dia espectacular! nada que ver! ese dia fue normal, y no estuve del todo contenta... la despertada divertida no me duro bastante! ajja
chauu!