miércoles, 2 de julio de 2008

Consigna: Realizar un texto narrativo en base a un testimonio.

Título :”Historias te rodean siempre”.
Mientras pensaba a quien podría entrevistar, para mi nuevo trabajo de la facultad, apareció alguien que quería contarme su historia. Descubrí que siempre las personas tienen ganas de ser escuchadas, y les encanta.
A pesar de eso, no siempre conocemos todas las historias que vivieron los que nos rodean, y nos asombramos de lo que nos cuentan.
El sujeto, que tenía muchas ganas de que lo entreviste se llama Nicolás. Su historia sucedió cuando él tenía 12 años, un verano de 1993. Su viaje transcurrió en Lobos, provincia de Buenos Aires. Él viajó para comenzar a construir la casa de su padrino, en un predio que ya tenia:

-‘(...) En Lobos acampábamos antes, cuando era mas chiquito todavía (...)’-.

Viajo con su papá, y unas cuantas personas más. Entre ellos, su tío (dueño del lote), su padrino que era maestro mayor de obras, dos primos y un amigo del papá. Nicolás era el único menor que se aventuraba a la construcción de la casa.
Creo que es bueno aclararle al lector en este momento del relato, que hacia esa época, los papás de mi entrevistado estaban separados, por eso viajar ‘con papá’, al que no veía tan seguido, era una buena oportunidad para reafirmar la buena relación que hacia ese momento ya tenían...

-‘¡Yo iba a ayudar!’-(dijo, y parecía que ese nene todavía estaba allí, con ese aire de grandeza).




Viajaron en autos, cinco andando en caravana. El viajo en ‘el fitito de papá, el 600, el bolita’. Por suerte la vejez del auto no les impidió llegar bien.
La duración programada del viaje consistía en ir desde el lunes a la mañana, hasta el domingo siguiente a la mañana.

Cuando llegaron a Lobos se encontraron con un día lunes caluroso y soleado. A las cuatro y media de la mañana se habían despertado para arribar el viaje: porque cuanto más temprano llegaran, más luz del día habrían de tener para el trabajo.

-‘Era una tarea rápida, y había que tener suerte de que no llueva, porque sino la base de cemento no iba a secar, igual ya nos habíamos fijado en el pronóstico y esa semana no iba a llover’-.

A las cinco y media de ese lunes, ya estaban en la ruta y en no menos de dos horas llegaron a destino: Lobos.
Descargaron sus cosas, y los materiales de los camiones que los acompañaban con arena, cal, ladrillos, junto con las ventanas y puertas de la futura casa.
Primero, armaron las carpas para guardar las cosas momentáneamente, y después fueron a comprar la comida de ese mediodía.

-‘La comida era fundamental, ¡Como la boina!-(dijo riéndose de su propio chiste).

En relación a este chiste, cabe aclarar que a la familia de Nicolás le importa mucho la comida, y sí, la comida es funda-mental.
La carne que compraron ese día duro para el mediodía, para la noche y para el otro día (se mantuvo en la heladerita de tergopol).
-‘Y... ¡En esa época estaba barata la carne!’-


Al regresar de comprar la comida, prepararon una especie de quincho con chapas. Chapas que llegaron entre otras cosas en el camión con los materiales. El quincho era grande, como de 3 metros por 4. Allí guardarían materiales y herramientas.
Atrás del quincho, los viajeros, habían inventado una especie de ducha improvisada: colgaron un balde con un agujero y un caño incrustado en él, donde había una llave, por la que se regulaba la salida del agua(al no tener cañerías, tenían que sacar agua de una bomba, y de esta manera ingeniárselas para bañarse).
Nicolás afirmó:
-‘Yo mucho no me acuerdo como funcionaba, porque solo lo usé una vez en toda la semana’-.

Atrás de esta especie de ducha, crearon, también con chapas, un “baño”. Éste, estaba hecho con 4 chapas, parecía un ‘minicuartito’. En el centro de él, habían hecho un pozo muy profundo pero angosto, y un inodoro lo cubría por encima.

Durante ese día, eso fue todo lo que llegaron a hacer, las cosas indispensables para la estadía. Al caer el sol, cenaron y se fueron a descansar del agotado día.
-‘El frío del campo es tremendo, ¡Dormir en carpa durante una semana puede ‘hacer mal a la salud’!, te duele todo (...) a mí me costaba mucho dormirme, me despertaba a las cuatro y media, y estaba todo oscuro y me daba miedo y me volvía a dormir’- (Y el niño que tiene adentro vuelve a aparecer).

Cuando despertaron de su primera noche transcurrida allí, comenzaron a hacer el pozo donde pondrían el cemento líquido para hacer la base de la casa. El pozo era grande y tenía medio metro de profundidad. Ese mismo día lo rellenaron con cemento, y ya no se podía hacer más, debían esperar que secase.

Al tercer día de estadía, se permitieron levantar tarde. Tranquilos almorzaron pollo a la parrilla. El trabajo del miércoles fue comenzar a poner los ladrillos en los bordes y a delimitar donde iban a ir las divisiones de las habitaciones.

-‘No fue tan planificado, más allá de que la idea se tenía antes, ahí se vio, en la acción la estructura de la casa...’-
Ese día solo pusieron el remarco de las puertas, para empezar a hacer las columnas al día siguiente.

Como sabemos, las construcciones en general, llevan bastante tiempo de secado, y ésta, como tal también. Sin embargo esa espera y eses tiempo libre no eran mal gastados, puesto que funcionaban para afianzar lazos:

-‘Ibamos a caminar con papa un rato con los perros, había varios perros...’-.

Al llegar el cuarto día, cualquier entretenimiento era válido para pasar el tiempo de espera de secado. Ese día, todos juntos estuvieron intentando sacar la raíz de un árbol seco. La raíz medía un metro y medio de largo. La justificación de este entretenimiento era que la iban a usar para hacer leña:

-‘¡Sino había que comprar carbón todos los días e íbamos a gastar mucha plata!’-.

Las técnicas que usaron para desenterrar esa raíz vieja fueron puro ingenio de momento. Primero se hicieron un pozo alrededor, y luego prendieron fuego las raíces más angostas que se desprendían de la más grande.
-‘La idea era sacar el pedazo grande para ir rebanándolo (...) cuando se deslucido a la raíz madre, le pusimos un críquet de los que se usan para los autos, y levantamos las raíz, quebrándola y salió’-.






Durante el quinto día, Nicolás y sus compañeros tenían planificado hacer las paredes. Todos se levantaron temprano, alrededor de las 6 de la mañana, y fueron a comprar pan manteca leche, a un almacén que estaba a 30 cuadras (usaron el auto, por supuesto, no haba que perder tiempo). Necesitaban un buen desayuno para empezar con mucha energía esa larga jornada.

Temprano empezaron a trabajar para levantar las paredes hasta el metro y medio aproximadamente (obviamente, dejando espacio para las ventanas y puertas).

Esa, fue la tarea que llevo más tiempo durante toda la estadía.

-‘Yo ponía ladrillos, los llevábamos hasta ahí en carretilla. Además rompía las piedras para hacer polvo para hacer mas denso el cemento, las rompía con una masa, y no saltaba a los ojos, porque lo hacia arriba de la tierra’-.

El tiempo pasó volando y ese mediodía, en el predio de Lobos, no hubo mucho tiempo para dedicarle a la comida, así que tuvieron que conformarse con unos fideos con manteca. Continuaron toda la tarde construyendo las paredes, hasta que el sol cayó.

Al sexto día, el anteúltimo, terminaron el alto de las paredes, colocaron las ventanas y puertas y se hizo el entrepiso, (no techo). Para construirlo recurrieron a hormigones, bloques grandes de cemento con vigas. Todos participaron en la difícil tarea. Finalmente, le colocaron una base de cemento a los hormigones y terminaron el cansador trabajo





Al séptimo día, ya era hora de volver a casa. El trabajo planificado para esos días ya estaba terminado. Juntos emprendieron viaje a casa. Aseguraron los materiales sobrantes y las herramientas en el quincho bajo tres candados, porque hasta dentro de dos semanas, los mayores no regresarían para continuar la construcción.

-‘Eso que hicimos fue ‘lo rápido’, las paredes solamente. La estructura, el techo tardo mucho más después(...)duro como un mes más la construcción (...) Y como pasaban como dos semanas, sin ir nadie, entraron a robar cosas... tenían tiempo para robar...se llevaron ollas, platos, vasos, huevadas... herramientas, pala, martillo(...) les bastaba romper la chapa nomás”-.

Junto a papá, Nicolás regresó a casa en ‘el bolita’ese domingo. Durante el viaje el fitito casi los traiciona, pero afortunadamente aguantó sano hasta llegar a destino.
-‘El auto ya estaba viejo llegamos de pedo, a los días, lo llevamos al medico y le arregló montón de cosas...’-.

De esta manera finalizó, este breve y significativo viaje que Nicolás realizó.
Declaro que lo conozco hace años, y nunca había oído esa historia que él vivió. Mientras lo escuchaba, sentía que ese niño, que ‘viajo para ayudar, con papá’ estaba ahí presente.
Al finalizar la entrevista el me contó que descubrió que podía vivir sin televisión y divertirse igual, quizás mejor, de una manera diferente. Agregó que dentro de las ciudades la gente a veces está tan apurada, que no se toma ni un minuto para hacer una actividad en familia. Por eso, con este viaje, Nicolás aprendió, la importancia de ese tiempo, tiempo necesario para invertir en familia.





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El detrás de escena...
El relato de Nicolás estuvo plagado de chistes fáciles, algunos muy repetitivos en todo su discurso, otros no tanto. En su voz grave y arrítmica se oía un vocabulario típico argentinizado, su discurso carecía de detalles. Supongo que fue porque cuando él realizó ese viaje era chico, y él afirma que carece de memoria a largo plazo. Su discurso se organizó en relación a los días transcurridos, y se núcleo en el paso a paso de la construcción, que fue la razón del viaje.
Considero, y espero haber sido clara, que su historia II fue la relación ‘con papá’, ese apoyo que encontró en el viaje, ese papá que idealiza y ama. Ese que además de sacarle los caprichos de cuando era chico, le enseño a crecer y a convertirse en lo que hoy es.

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